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Se sabe que Carlos III fue el primer y mejor alcalde de Madrid pero, como un complemento de su gestión municipal, a este monarca se debe también la creación de la Policía moderna en España por una Real Cédula de 1782, la cual, insistiendo en el concepto capitalino y de villa y corte, competía únicamente a Madrid y «su rastro». Esta llamada Superintendencia General duró sólo diez años pero creó la base para otros intentos de vida corta en 1807 y 1809. Durante la guerra de la Independencia y los años posteriores con alternancia política de liberales y apostólicos, las labores policiacas quedaron a veces en manos de las milicias nacionales, y en ocasiones en poder del recién creado organismo de Seguridad y Vigilancia. No fue hasta 1823, después de la marcha de los Cien Mil Hijos de San Luis, cuando se instauró por fin y definitivamente la Superintendencia General, con Real Cédula de 8 de enero de 1824 y Reglamento del 20 de febrero siguiente. Como es natural, con los habituales cambios de nombre, que no de funciones, de la Administración española, en 1840 se denomina de Protección y Seguridad, y a la década siguiente sustituye por el de Vigilancia. En 1877 el organismo es objeto de una profunda reorganización que culminó en 1907 con la creación de la. Escuela de Policía, básica en la formación de los aspirantes, y en el año que sigue se unifica para toda la nación la organización de la Policía gubernativa. En días más recientes se le reestructura dos veces, en 1941, con el nombre de Cuerpo General de Policía, y en 1978, en que toma la denominación actual de Cuerpo Superior de Policía.